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La fibromialgia o síndrome de la fibromialgia (SFM) es una condición crónica de origen desconocido que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado y sensación dolorosa a la presión en unos puntos específicos. En muchos casos también se encuentra asociada a otros malestares tales como sueño no reparador, dificultades para concentrarse, problemas digestivos y trastornos del ánimo.

Esta enfermedad se ha hecho cada vez más frecuente, llegando a padecerse entre el 2% al 6% de la población, predominantemente en el sexo femenino.

El síntoma principal de la fibromialgia es el dolor, el cual parece desproporcionado para el estímulo que lo ocasiona (hiperalgesia), es decir, comienza una hipersensibilidad en la que estímulos que normalmente no causan dolor, comienzan a doler. Con frecuencia los dolores varían en relación con la hora del día, el nivel de actividad, los cambios climáticos, la falta de sueño y/o el estrés del paciente.

Si bien la causa de esta alteración es desconocida – generalmente se desarrolla sin causa aparente – ha sido posible relacionar el inicio de esta patología con procesos de infección bacteriana o viral, ciertos accidentes o posterior al desarrollo de enfermedades que comprometan la calidad de vida, como los son, por ejemplo, la artritis reumatoide o lupus eritematoso.

El diagnóstico de la fibromialgia es de exclusión, o sea que se deben descartar otras patologías que puedan causar cuadros similares. Es primordial estar seguro de la ausencia de otras enfermedades con tratamientos específicos como origen del dolor. Además del historial clínico del paciente, es necesaria la exploración física, las pruebas complementarias y cuestionarios de apoyo.

El tratamiento del SFM es principalmente sintomático, siendo el objetivo principal mejorar el dolor y tratar los síntomas que lo acompañan . Es importante conocer los factores desencadenantes de los brotes, realizar tratamiento de las alteraciones psicológicas asociadas como ansiedad y depresión, y promover el ejercicio físico suave a diario.

Cuidar el ciclo de sueño y la alimentación también han mostrado ser eficaces contra los brotes de este síndrome, así como la mejora de la calidad de vida del paciente, regular el estrés y promover hábitos saludables.